viernes, 28 de abril de 2017

DOCE MESES, DOCE COMENTARIOS COFRADES – ABRIL 2017: DUODECIMO COMENTARIO

FIN DE CICLO, NUEVA ERA
 


Se cerró la puerta de Santa Marina y en ese mismo momento concluía el ciclo anual de las hermandades penitenciales cordobesas, pero sin solución de continuidad se abre un nuevo ciclo. Lejos de perdernos en la nostalgia, lo cierto es que nos encontramos celebrando la Pascua de Resurrección, momento gozoso que da sentido a todo lo anterior y que nos sirve para tomar impulso para una venidera Semana Santa y toda la actividad ilusionante que se presenta por delante.

Y por delante hay mucho trabajo aún, porque a pesar de sentirnos por fin cómodos con el escollo del cambio de Carrera Oficial superado, mucho hay que pulir y mucho nuevo por llegar. Ha sido un largo periodo que podemos cifrar en unas tres décadas desde que el traslado del recorrido oficial a la Santa Iglesia Catedral se abriera con fuerza a las conciencias cofrades a mediados de los años ochenta. Quizás se barruntara antes, pero fue incluir el Santo Sepulcro este punto en su itinerario para hacer Estación de Penitencia, y la rueda comenzó a moverse definitivamente. Entre medias, han pasado muchas cosas y muy importantes como la aparición de nuevas cofradías y de nuevas imágenes devocionales, enriquecimiento y consolidación del patrimonio, potenciación de la actividad cofrade en todos los ámbitos y la incorporación al mundo de la difusión digital.

Todo esto ha pasado y todos son hechos que pasarán a la historia sea cual sea el futuro de la Semana Santa y del fenómeno cofrade. De algún modo, todo eso parece cerrarse con el importante hito que supone el traslado de Carrera Oficial a la Catedral: objetivo conseguido.

Llegados a este punto, se pone en marcha de nuevo el reloj cofrade, que no para y resta, segundo a segundo, el tiempo que precede a futuras Semanas Santas, y quizás nos parece faltar una meta en el horizonte que nos ilusione y nos motive. O quizás no sea así. Está claro que durante algunos años viviremos aún con la inercia del cambio y todos los ajustes que este necesite. Pero lo que se abre irremediablemente es una nueva era en la que la consolidación y el mantenimiento de lo conseguido deberían ser el motor para sobrevivir en una sociedad crecientemente laica con la que habrá que convivir. El reto es evitar que todo se desvirtúe y que alguien tenga la tentación de mantener la celebración -por ejemplo, por motivos económicos- transformándola en una fiesta vacía sin sentimiento ni raíces y que se llegue a difuminar lo que lo fundamenta. Incluso habría que estar alerta porque podría ser peor y un decreto a lo “Trevilla”, desde ámbitos políticos o vaya usted a saber desde dónde, podría ocurrir. Habrá que estar alerta y mientras tanto seguiremos trabajando en la Semana Santa del 2018, 2019 y todas las que vengan.

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