domingo, 26 de febrero de 2017

DOCE MESES, DOCE COMENTARIOS COFRADES – FEBRERO 2017: DECIMO COMENTARIO

ASPECTOS DIGAMOS… MEJORABLES, POR NO DECIR NEGATIVOS




El comentario de este mes y del próximo estarán dedicados a valorar la pasada Semana Santa 2016. No será un relato de lo ocurrido, que para eso ya tenemos otra clase de artículos, sino un análisis de aspectos generales que rodearon el desarrollo de la pasada edición. Nos centramos en esta ocasión en aquello que no nos gusto.

Empezamos por el público.
A este colectivo se dirige toda la teatralidad cofrade. Su número masivo, tanto de locales como de foráneos, siempre nos llena de orgullo, pero el comportamiento, sin embargo, deja mucho que desear en un buen número de ocasiones. Sin duda sentimos frustración por la imposibilidad de disfrutar del silencio y la intimidad cofrade necesaria para ver la mayoría de las hermandades. No se salvan prácticamente ni las de “silencio”. Otro aspecto ligado al público es la suciedad generada: de vergüenza ajena. Los residuos generados desbordan papeleras o lo que es peor, quedan en aceras y calles contribuyendo a la ausencia de silencio a cada golpe de lata de refresco. Por último, mencionar el desorden que se crean entre las filas nazarenas por el trasiego de algunos en una dirección u otra, bien porque ya han visto la procesión o porque buscan una ubicación para verla desde el principio. No solo se molesta a las hermandades sino también al resto de público más considerado y que presencia con más respeto las estaciones penitenciales.

Vamos a hora con el cortejo nazareno.
Desafortunadamente, fue fácil encontrar  nazarenos en un buen número de cofradías cuya compostura dejaba mucho que desear: desde los que se descubren con facilidad, a los que hablaban con otros nazarenos y los que se formaban tertulia en torno a su figura con amigos o conocidos del público. Los hay que incluso llevan acompañante permanente portando un “kit” básico con agua, bocadillo y móvil con WhasApp. Cabe mencionar aquí algunos especimenes singulares como aquellos empeñados en llenar su propio guante con cera hasta conseguir un molde perfecto de su mano cofrade o los que se dedican a conseguir formas imposibles moldeando su cirio encendido.

Los costaleros.
Si lo de algunos nazarenos nos sorprende, lo de los costaleros también es para nota en los últimos tiempos. Figura bastante mitificada, su capacidad técnica es indudable y su necesaria participación esta fuera de duda, pero también el comportamiento de algunos deja que desear. Con carácter general, es habitual que deambulen de un punto a otro del relevo, en mitad del cortejo nazareno dando una imagen desorganizada de este. Por otro lado, quizás no se trate de hacer una penitencia ortodoxa dado el esfuerzo que ya realizan, pero un poco de contención a la hora de beber o fumar tampoco estaría mal. Este año nos ha tocado ver incluso la concentración de algunos junto a los bares para tomar cervezas y charlar distendidamente al paso de su propia cofradía a la espera de un relevo.

El entorno.
Hace unos años se reclamaba que se apagaran luces de comercios y de las calles al paso de cofradías. Esto ya ni se reclama ni por su puesto se hace. ¿Se podría abordar este tema de nuevo para conseguir mayor intimidad?

Tradiciones.
Este año, aunque es algo que vamos comprobando de forma paulatina en los últimos años, hemos oido menos saetas. Empieza a convertirse en una “rara avis” que nos hace pensar que se encuentra en evidente peligro de extinción. Y cuando alguien se arranca, ¡qué difícil escucharla en silencio!

Quizás nos allá quedado un panorama algo sombrío o pesimista, pero todo esto pasa y tampoco esta de más ser conscientes para cambiar nuestra actitud o tratar de reconducir la situación.

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