El pasado 31 de octubre nos encontrábamos
el artículo “El Señor se merece un paso” que firmaba Marcos Fernán Caballero
para el magnifico blog cofrade “Gente de Paz”. Además de expresar un deseo bastante
manido, que resumidamente sería que el Santísimo Cristo de la Salud vaya en
Semana Santa sobre un paso con costaleros, y siendo bastante benevolente con la
cofradía de la que esta imagen es titular, igualmente dedica unas cuantas
líneas a poner “finas” a un par de cofradías entre ellas, y como no podía ser
de otra manera en estos tiempos, a la Hermandad Universitaria.
Desde que uno tiene uso de razón
cofrade, oye este tipo de opiniones que son todo un clásico de la crítica
cofradiera en Córdoba. En el artículo sólo ha faltado decir que también sean
llevados por costaleros los pasos de la Hermandad de Animas y ya tendríamos la
terna por excelencia de la estandarización cofrade en nuestra ciudad. Y que conste
que las opiniones y los deseos son respetables, pero muchas veces resultan
cansinos cuando no ofensivos si se alcanza la descalificación y la chufla como
en el caso que nos ocupa.
Pero yendo al eje central del
susodicho artículo, lo cierto es que no acabamos de vislumbrar cuanto de
positivo es el cambio frente a una singularidad que en muchos aspectos llena al
espectador curioso o al público devoto que disfruta de esta cofradía todos los
Lunes Santos. Seguramente sus hermanos dotarían a la imagen de un magnifico
trono bajo el que iría una solvente cuadrilla de costaleros que llenaría las
ansias de todos aquellos deseosos de escuchar el rachear de pies de dicha
cuadrilla, de presenciar un giro en un bonita esquina o de asistir a una
“levantá” como Dios manda. Pero probablemente al mismo tiempo sería objeto de
chascarrillos sobre su forma de andar por las calles, su equipo de capataces y
contraguías estarían expuestos al habitual examen externo y como siempre se
llenarían artículos y tertulias con especulaciones, debates e intrigas varias por
el papel jugado en la hermandad por este núcleo de influencia. Finalmente, la
impecable imagen de orden y saber estar en la calle, se vería alterada por el
desconcertante trasiego de costaleros muchas veces incluso entre las propias
filas nazarenas, porque estos tienen patente de corso y pueden ir por donde
quieran y como quieran. Si, todo esto es un poco exagerado, pero solo un poco,
que conste. El caso es que estaríamos ante una hermandad más, cuando
precisamente estamos ante una cofradía que libremente decidió marcarse una
peculiaridad que la hace inmune a todo este submundillo muy poco cofrade, y si
me apuran, muy poco cristiano. Evidentemente, la cofradía no estaba pensando en
todo esto cuando fue fundada y marco su impronta, ya que el incipiente mundo
del costal no había degenerado en su lado, digamos, menos positivo. Pero ha
tenido esa suerte, esta al margen de todas esas historias y felizmente es capaz
de sobrevivir y mantenerse en números, actividad e imagen ejemplar.
¿Y que ganamos estando como
estamos? La cercanía con la que el Señor de la Salud se presenta ante al
espectador es incomparable en toda la Semana Santa cordobesa, invitando a la
reflexión y la oración, uno de los objetivos indiscutibles de la cofradía que
reza e invita a rezar las catorce estaciones del Vía Crucis durante su estación
de penitencia. Y lo hace mostrando una estampa que tras más de cuarenta años,
podemos calificar de clásica e irrenunciable, sin más distracciones que la
sobria belleza de la imagen de este crucificado y del enlutado cortejo que lo
porta y escolta. Por último, cabe resaltar el marco urbano, igualmente
insustituible, único y excepcional. Calles estrechas, recoletas e íntimas que
sólo la forma de portar al Santísimo Cristo de la Salud y su Hermandad del Vía
Crucis es capaz de ofrecernos. ¿Se puede renunciar a todo esto para siempre? Creemos
que algo que es único y nuestro, una singularidad de las estaciones
penitenciales cordobesas, no debe perderse. El Señor no se lo merece.
P.D.: No se preocupen, tarde o
temprano volverán a dar la brasa con el asunto -si no es con el Vía Crucis,
será con Ánimas o con la Universitaria- y de nuevo tocará defender la
personalidad frente a los cánones que una y otra vez se quieren imponer.
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