Hace escasos días que conocíamos
el contrato firmado por el bordador ecijano Jesús Rosado para la hechura del
palio de la Virgen del Amor de la Hermandad de Pasión. Sin duda una apuesta
segura por la calidad del trabajo y profesionalidad demostrada por el taller de
este artesano. Sin embargo, este tipo de noticias siempre nos hace reflexionar
sobre los artistas de casa que en muchos casos dejan atrás la posibilidad de
realizar trabajos de entidad y prestigio. Trabajos para la historia que sin
embargo pierden la autoría cordobesa.
Bien es cierto que en muchos
casos desconocemos las circunstancias. Quizás se les pidan presupuestos y
plazos, y estos se salgan de razonable o de lo estimado como oportuno por una
determinada hermandad. Pero, ¿se podría hacer algo más en favor de lo nuestro?
Un caso sangrante y del que mucho
se ha hablado durante la pasada Semana Santa es el de las formaciones musicales
cordobesas y su escasa presencia detrás de los pasos de nuestras cofradías.
Parece que todo el mundo alaba su calidad e incluso se habla de precios más que
razonables, cuando no más bajos que los de la competencia exterior, y sin
embargo en una mayoría de casos toca emigrar para ganar contratos. ¿Por qué no
apostamos y damos un voto de confianza a nuestras formaciones emergentes? ¿Por
qué formaciones veteranas y consolidadas como la Banda del Cristo del Amor o la
Agrupación Musical de la Redención, en el pasado tan demandadas, ahora tienen
una presencia casi testimonial? Modas, complejos o no sabe muy bien qué, dejan
casi en el olvido a ciertas formaciones, comprometiendo su futuro y desanimando
a sus sacrificados componentes. Afortunadamente algo se ha movido en las
pasadas semanas, haciendo justicia por ejemplo con la Banda de la Salud - El
Naranjo -, pero se podría hacer mucho más por el resto de bandas.
Tras años donde la imaginería no
paraba de mirar a Sevilla, desde finales de los ochenta y principios de los
noventa, se produjo una acertada apuesta por los artistas cordobeses. Primero
Miguel Ángel González Jurado, después Romero Zafra y Antonio Bernal, pero
también José Antonio Cabello, Enrique Ruiz Flores, Alfonso Castellano Tamarit,
Edwin Gonzáez Solis, y actualmente Pablo Porras y Juan Jiménez y Pedro García
Velasco. Se ha llegado a hablar de una “escuela cordobesa”, por la cantidad de
artistas y la personalidad propia de sus obras, lo que ha dado lugar incluso a
que éstos exporten y podamos ver titulares salidos de gubias cordobesas en
Málaga, Cádiz e incluso Valladolid, Elche o Bilbao.
Pero en Córdoba disfrutamos de
bordadores, orfebres, doradores, tallistas e incluso diseñadores de prestigio.
Tras Fray Ricardo llegó Julio Ferreira o Rafael de Rueda, éste último con importantes
trabajos que han llegado incluso a la capital Sevillana.
A pesar de todo, Córdoba, con sus
antiguas y sus nuevas cofradías, sigue mirando al exterior como introducíamos
al principio, aunque en mucha menor medida y de manera mucho más selectiva. Los
trabajos del mencionado Jesús Rosado para la Hermandad de la Paz, y obras tan
emblemáticas como el Cristo de la Universidad de Miñarro o el reciente Jesús de
los Afligidos de Manuel Martín Nieto para la Presentación al Pueblo de Cañero
son muestras, para ser sinceros, casi irrenunciables. Y del otro lado, de
nuestro lado, igualmente obras como la túnica del Señor de la Sentencia obra realizada
por Pérez Artes, María Santísima de la Quinta Angustia de Pablo Porras y Juan Jiménez,
los diseños de Rafael de Rueda para la Soledad, la talla del paso de misterio
del Buen Suceso que esta siendo realizado por Miguel Ortiz, el buen hacer de
formaciones musicales como la Banda de la Esperanza, la Agrupación del Cristo
de Gracia o la mencionada del Naranjo, el futuro Cristo de las Negaciones de
San Pedro de Antonio Bernal para la pro-hermandad de la Fuensanta, las coronas
de la Estrella, Salud y Soledad obras de orfebrería de Manuel Valera o una obra
casi coral como el impresionante paso del Santo Sepulcro son sólo una muestra
de la acertada obra propia.
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